domingo, 22 de abril de 2012

Me imagino un mundo

Me imagino un mundo en el que las plantas carnívoras coman humanos, me imagino un mundo en el que las éstas defequen sobre la tierra, me imagino un mundo en el que el humano no dependiera del excremento del diablo, me imagino ese excremento no siendo explotado por éste; no contaminando los mares, me imagino un mundo sin la mercancía llamada dinero como el fin, me imagino a esa mercancía sin un valor intrínseco; me la imagino sin un valor de mercado, sin un soporte de riqueza.
Me imagino un mundo en el que las verdades no fueran absolutas, en el que éstas no existieran. Me imagino un mundo no mezquino, no frío, no ambicioso, no acaparador, no demagogo, no mesiánico, no político, no posado, no fino, no elitista, no mentiroso, no pretensioso, no lastimoso, no religioso, no extremoso, no culposo, no torturador, no asesino, no mentecato, no juzgado, no etiquetado, no monopolizador, no maleado, no turbio. Me imagino un mundo en el que es más sencillo llegar a otro ser humano que llegar a otro mundo. Me imagino un mundo en el que la palabrería pesara menos y pesara más la esencia. Me imagino un mundo menos socialista, menos capitalista, menos todo. Me imagino un mundo más atractivo para el extraterrestre. Me imagino un mundo en el que los poemas fueran el dinero y la música fuera el alimento. Me imagino un mundo en el que las plantas carnívoras se casaran con las moscas. Me imagino un mundo en el que los perros pasearan a sus amos. Me imagino un mundo en el que la lluvia nos diera la vida, la tierra nos diera el todo y los cielos nos dieran la nada. Me imagino un mundo sin relojes; sin esas onomatopeyas incesantes que me vuelven loco «tic tac». Me imagino un mundo sin tiempo, sin su carga de presión por hacer y no hacer, por su carrera hacia el final marcada por los calendarios y los años. Me imagino un mundo sin celebraciones marcadas. Me imagino un mundo sin ideas: un mundo sin rebeliones, un mundo sin imperios, un mundo sin conquistas, un mundo sin intereses, un mundo sin competencias, un mundo sin estándares, un mundo sin mediciones, un mundo sin calificaciones. Me imagino un mundo ya no tan saturado, un mundo más ligero. Me imagino un mundo sin Dios y sin diablo, me imagino un mundo sin curas, un mundo sin sectas, un mundo sin predicadores, un mundo sin dadores de la palabra, un mundo sin el pan y el vino, un mundo sin encasillar el bien y el mal, un mundo sin bien ni mal. Me imagino un mundo sin la palabra amor, un mundo sin su definición vaga y tonta, un mundo sin chocolates y flores, un mundo sin regalos y sonrisas falsas, un mundo sin sus fingimientos, un mundo sin sus lamentos, un mundo sin abrir la puerta, un mundo sin cargar el bolso, un mundo sin ser el mejor candidato para el otro, un mundo sin las poses que conlleva, un mundo sin la dama como concepto de monstruo creado, un mundo sin el caballero como concepto de quimera andante. Me imagino un mundo sin oficios ni trabajos, un mundo con voluntades para hacer un día algo y otro día otro. Me imagino un mundo sin rutinas, sin la pesadumbre en el lomo, sin el tiempo encima dándote a cada rato, un mundo sin usanza, sin repeticiones todos los días, sin esperar haciendo algo mientras llega la nada. Me imagino un mundo sin enfermedades, un mundo sin éstas a consecuencia de objetos y situaciones creadas por el humano, me imagino un mundo sin caries, sin escoliosis, sin derrames, sin cánceres, sin toda esa basura. Me imagino un mundo más humano, menos maquinado, un mundo más de hombres honestos, hombres pensantes, hombres desasosegados. Un mundo  menos de hombres fútiles y pusilánimes, hombres sosegados, hombres conformes. Me imagino un mundo en el que los peces cenaran con los humanos, en el que los meseros fueran los marcianos y el platillo principal fuera la aceptación y el respeto. Me imagino un mundo en el que las ovejas trasquilaran a sus verdugos, un mundo en el que los peces pescaran a sus pescadores, un mundo en el que los pollos mojaran a presión a sus asesinos, un mundo en el que los toros picaran al torero, un mundo en el que los elefantes dispararan a sus cazadores, un mundo en el los hombres no mataran hombres. Me imagino un mundo sin finanzas, un mundo sin tasas de retorno, un mundo sin retornos sobre la inversión, un mundo sin inversión de capital, un mundo sin dividendos, un mundo sin gasto operativo, un mundo sin costo de ventas, un mundo sin utilidades, un mundo sin porcentajes, un mundo sin la flecha hacia arriba. Me imagino un mundo sin ejércitos: un mundo sin generales, un mundo sin oficiales, un mundo sin personal de tropa. Me imagino un mundo sin guerras, un mundo en el que se peleara para ser el último lugar. Me imagino un mundo en el que Jesús se besara con Mahoma, mientras Abraham les toma la foto del recuerdo. Me imagino un mundo en el que el cielo fuese verde y los campos azules, me imagino un mundo en el que comer fuera gratis. Me imagino un mundo en el que el éxito fuera lo peor, en el que ser el primer lugar fuera pésimo. Me imagino un mundo en el que los premios se rechazaran, en el que los reconocimientos fueran lo ínfimo. Me imagino un mundo en el que todos se atrevieran, en el que todos quisieran. Me imagino un mundo en el que los buitres no esperaran. Me imagino un mundo en el que sexo fuera lo más renunciado. Me imagino un mundo en el que la justicia se rindiera por energías invisibles y neutrales. Me imagino un mundo más humilde, menos falso, más amable. Me imagino un mundo donde la utopía fuese la realidad. Me imagino un mundo así, no sé… bien. 

J.L. Mejía

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