domingo, 15 de abril de 2012

Pregúntale a la vida

Me preguntas qué se siente vivir cien años, bueno chico te diré, te diré qué tal ha sido. Te diré que vivir cien años es pelearle al tiempo, es caminar en la niebla del monte, es cenar con el diablo y desayunar con Dios, es preguntarle: ¿prefieres café o agua? Es bailar con el frío, es un día sí y otro no, es pasar la enfermedad y el hambre, es pasar la ventura y el almuerzo; hay una frágil línea entre éstas, pasas de una a la otra sin previo aviso.
¿Qué es vivir cien años me preguntas? ¡Ja! ¡Por Dios! ¡Por Dios! Cien años es pasar del blanco al negro tan lentamente, tan calmoso y gradual que se arrastra como una oruga, moviéndose por allí y al final espera ser aplastada por una suela. Vivir cien años es ver pasar almas en pena, es verlas sufrir, es verlas en el lamento abocadas a su final, es ver llegar a unos y ver irse a otros más; estos últimos son los que apagan una mecha en tu interior con cada partida. Es así, ¿sabes? Un día estás haciéndole la cena al diablo y de la nada recibes una llamada por alguna pérdida, es así, sólo así. Vivir cien años es la carga, es la carga dura y más pesada conforme pasa el tiempo, es encorvarte un día más de lo que ya estabas el anterior. Vivir cien años es quedar huérfano a los cuatro de madre, sí chico a los cuatro. Vivir cien años es quedarte completamente solo a los catorce, sí chico completamente. Es dormir junto a un leproso porque quién sabe por qué, no recuerdo bien, sólo dormí a su lado pues yo era completamente solo y él estaba allí. Es usar al sol y a la luna como reloj, es mover el campo, arar la tierra y arrastrar la yunta. Es beber el pulque, así recién sacado para quitar la sequedad de la lengua, el mal aliento qué carajos importa sino hay chicas para cortejar, es comer frijoles; en ocasiones con ají, cuando había fortuna. Es pelear para salvarse, es ser abusado por ser el más pequeño, es aprender de esas situaciones, es crecer y defenderse, es decirle al abusador: no. Es soltarse para ser golpeado, es aprender de los golpes, es sentirlos para luego hacerlos polvo, es golpear al abusador, es defenderte. ¿Qué son cien años? Nada, el tiempo se va como agua, el tiempo hace su trabajo: corrosión del metal, caída de árboles, movimiento de rocas, agua más, agua menos, gente más, gente menos. Hizo su labor conmigo: me acabó. Cien años es no tener nada qué perder, es amarla de joven, es trabajarla de maduro y estar con ella de viejo; los dos esperando a la nada, los dos mirándonos ya sin decirnos más pues ya todo lo sabemos. Cien años es dejar tu campo de adolescente para irte a la ciudad a trabajar, es moverte, es adaptarte a otros infiernos. Es trabajar durante más de cincuenta años para vivir, para comer dicen, es despertarte a las cinco de la mañana y dormir a la once. Es la batalla perpetua, es siempre ir a la contra, es siempre justo en la línea, siempre apenas y logré salir. ¿Qué son cien años? Es ver el tiempo como un espectador, es vivir la historia, es sentirla y estar allí. Es ver cómo se van conocidos y familiares a la Revolución, a luchar por eso de “La tierra es de quien la trabaja”, decían en el rancho. Es que te inviten a cruzar al otro lado para trabajarles la tierra a los gringos, pagaban mejor pero yo no quise dejar mi vida aquí. Es pelear contra macheteros, es recibirlos al aire esperando que el metal pase la carne, aunque siempre me salvé; creo que los desayunos que le hacía a Dios sirvieron después de todo. Vivir cien años es vivir en un barrio bravo de la ciudad, muchos años en una vecindad. Es vivir en el límite, es siempre al filo, siempre chingándole pues no quedó de otra. Es no haber estudiado, ¿qué era estudiar en esos años? Nada, tenía que comer. Es ver cómo el tiempo te carcome la dentadura, ver cómo te la pone de un color a otro, ver cómo se cae, ver cómo no te queda nada. Vivir cien años es ser robado por ratas, pero de las ratas pensantes, éstas que roban a tus narices y todavía te amenazan, es no dejarte amedrentar por las mismas. Es perseguirlas, es pelearles. Sí, me robaron muchos panes pero siempre los defendí. Defendí lo único que tenía: mi trabajo. Cien años es lidiar con el borracho, con la puta, con el enfermo, con el dolor, con el sacerdote, con el gasto, con el mal olor, con la felicidad, con la risa, con el ruido, con la mosca, con el dolor de estómago, con el olor a colilla, con el amor, con el alcohol, con el todo. ¿Cien años? Ya me estoy cansando de hablar pues el tiempo me cansó, el tiempo me hizo lo que soy ahora. Cien años es que el tiempo devuelva una mirada melancólica, te pega duro. Es la enfermedad, es un día estás mal de algo y al siguiente estás mal de otra cosa, te recuperas y sigues mejor; es así. Es gastar agua, es gastar alimento, es gastar dinero, es ensuciar, es limpiar, es contribuir al daño, es dejar algo que no existía antes. ¿Qué son cien años chico? Pregúntale a la vida, ella te responderá. 

J.L. Mejía

No hay comentarios:

Publicar un comentario