Aquí sigo, más distante y más
solitario pero aquí sigo. Siendo el mismo pero más huraño y más lúcido. Encontré un gran hastío y por
eso regresé a la escritura. Alguna vez leyendo a Saramago él dijo: "no tenía nada interesante que decir" y algo similar ocurrió conmigo.
No es que no
ame a la literatura, no es que no ame a aquellos escritores que me brindaron
una visión diferente de las cosas, no es que no aprecie su sacrificio para
buscar la verdad. Sólo creo que vivir no es para todos ni tampoco la
literatura. Ya no soy un joven de 15 años el cual busca retar a todo aquel que
se ponga en frente, ahora sólo busco la separación de casi todo. Valoro cosas
muy básicas: la mirada de un niño, el lengüeteo de un cachorro, la sonrisa de
las personas, el admirar un paisaje o el estar incomunicado durante días en algún
lugar distante. Y aquí sigo, arrimado a la vida y a las consecuencias de vivir.
Siendo el mismo pero más discreto y omiso. No es que odie vivir ni tampoco estar
aquí. Es que ahora y sólo ahora he aceptado que no me siento en gran parte
ligado al grupo de personas que anda por ahí: caminando y estando en el mundo. No
es que me importe mucho lo que todos hagan o dejen de hacer, sólo estoy
tranquilo si nadie se mete conmigo. Si no intentan ir por ahí convenciendo con
su discurso, yendo con la etiqueta mesiánica vomitando verdades, intentando transgredir
y en base a alegatos necios me ven como una posibilidad de algo. Aquí sigo,
valorando más a las buenas personas y buenos actos. Nada basado en religiones o
poses sociales (muy marcadas en estos días). Yo no valoro lo que no es
plausible bajo el acto cirquero de redes sociales, televisión o masas. Yo valoro
al que actúa bajo la bondad propia e innata de su naturaleza consecuente,
siendo una persona honesta con su esencia y su verdad. En el tiempo actual la
carencia de estos seres es tan alta que aquí tenemos las consecuencias, estamos
en una época llena de odios y en la que todos creen ser jueces y dueños de la
verdad. Seré repetitivo: la religión no es más que un medio caduco para un acercamiento
a una agarradera de la vida y sus consecuencias. Un medio de escape que se pone
en tela de juicio porque hoy existe mayor información pero menos reflexión.
Porque los seres que poseen demasiada información son exclusivos a la
manipulación y nupcias de verdades a un cuarto o mitades falsas. Los seres
reflexivos analizan y toman lo que consideran en base a un criterio y una realidad
que los aplasta, intentado así crear una idea y un discurso sin afanes
meritorios. Aquí sigo, más esquivo y más directo. Ahora entiendo por qué nadie
lee cuando menos en México, somos un país ignorante. Tampoco busco ser víctima
del ego, ni busco que las personas hagan lo que yo considero viable o brioso
para el monstruo interno o cómo sea que se llame eso. Defenderé a la literatura
hasta el día de mi muerte. Y siempre creeré que el mundo sería mejor si las
personas leyeran y fueran reflexivas. Al menos serían menos pusilánimes y más
lúcidas. Aún me queda algo de esperanza cuando leo a Leonardo da Jandra,
Guillermo Fadanelli, Jorge Volpi, José Luis Sampedro, Bukowski, Fante, Pessoa,
Saramago, Roth, Fernando Vallejo y otros. Al menos no me siento tan solo, aquí
sigo.
J.L. Mejía
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